Hay una cuestión de análisis del discurso en los posteos que, además de ser divertido, dice algo de ese otro y muchas veces ese algo contrasta enormemente con la persona que veo en lo terrenal. Da la impresión de que en algunos casos hay características de la personalidad que solo emergen en un cibercontexto. ¿Por qué? Se me ocurre que hay una diferencia entre lo que se dice de frente y lo que se dice en un muro semipúblico. Parecería ser que hay cosas que puedo decir en las redes y no frente a frente con el otro. La presencia física cohíbe al otro. El poder recibir la reacción al instante hace que se tengan filtros que en un cibercontexto no existen. ¿O acaso no conocen a alguien que en persona es retraído, callado y en las redes es una llama? ¿O que no se mete con nadie en persona y se mete con todos en las redes?
Ahora, si hay una adicción no es a Facebook, Instagram o Linkedin. Como cuestiona Nestor Fernandez Sanchez, «Si se identifica
que una persona piensa de manera recurrente en acudir a
un bar –y, de hecho acude frecuentemente– y su perseverante conducta le produce cambios emocionales y problemas en su trabajo o en su familia, no es permisible calificar
una “adicción a los bares”. Alguien podría afirmar que no
es la adicción a los bares el problema, sino una adicción a
las bebidas alcohólicas.» Entonces, siguiendo este razonamiento, no hay adicción a las redes sociales sino a lo que sucede. En caso de haber adicción, este sería al contenido, adicción a saber lo que piensa el otro. Así que superar la adicción, en este caso, sería en principio dejar de querer saber lo que piensan los demás sobre todo.
Nestor Fernandez Sanchez en su paper va más allá y elabora un conjunto de síntomas típicos de las adicciones pero adaptados al uso de redes sociales. Éstas serían:
• Aislarse de las relaciones sociales presenciales (cara a
cara), sustituyendo este tipo de relación por las redes sociales en internet (RSI).
• Bajar el rendimiento escolar so motivo de la presencia
permanente en las RSI.
• Descuido de responsabilidades o actividades consideradas como importantes en el entorno laboral, escolar,
familiar o de pareja.
• Manifestar euforia cuando se está participando de las
actividades de las RSI.
• Manifestar irritación o ansiedad excesiva cuando no
hay conexión a Internet y, por consecuencia, a las RSI.
• Mentir sobre el tiempo que se está conectado o sobre lo
que se está haciendo en las RSI.
• Pensar y hablar persistentemente de los temas y circunstancias que suceden en la red, entre los conocidos;
aunque no se esté conectado a ella en ese momento.
• Pérdida de la noción del tiempo o del espacio debido a
la permanencia frecuente o constante en las RSI.
• Privación del sueño por estar conectado a las RSI.
• Protagonizar discusiones en relación con el uso de las
RSI con las personas que rodean al usuario, como los
compañeros de trabajo, escuela o familiares.
Entrando en terreno especulativo, hay algo que creo fortalece mucho este comportamiento adictivo y es la generación del hábito. Básicamente se agrega el uso de las redes a la rutina, y dado que estamos bajo un orden mundial al que le es útil que seamos rutinarios, el hábito de usar las redes se vuelve difícil de remover. Una de las claves podría ser sentarse a reflexionar sobre por qué se usan tanto las redes y hacerse la pregunta ¿qué actividad igualmente entretenida puedo hacer en lugar de entrar a Instagram?
EL ABANDONO DEL LENGUAJE ESCRITO
Si algo tiene de lindo una red social es el poder intercambiar ideas, opiniones, como si estuviéramos en un café. Ahora, entramos en una era de profundización de lo superficial, y ahora hemos decidido suplir oraciones articuladas por una imagen y un puñado de palabras sueltas denominadas hashtag. Y digo suplir en lugar de complementar porque la tendencia es abandonar redes de contenido principalmente escrito como Facebook o Twitter. Para las nuevas generaciones ya fueron estas redes. En unos años Twitter probablemente se convierta en un pequeño guetto como este espacio en el que escribo.
¿QUÉ ESTAMOS HACIENDO?
Estamos siendo. Con cada publicación el usuario dice «Esto es lo que tengo para decir». En un rastrillaje rápido de mi propia comunidad encontré estos metamensajes:
- Re banco a Bolsonaro.
- Quiero que mueran todos los delincuentes que no se de dónde salieron pero me molestan.
- Me molesta la gente que no es como yo.
- Vos que te estás volviendo muy popular, ya no te banco. Algo de vos me molesta. Aún no lo sé pero lo voy a encontrar.
- Me siento solo.
- Tengo muchísimos amigos.
- Me drogo.
- Ya no me drogo.
- Quiero encontrar el amor.
- Quiero estar solo.
- Soy un guarro terraja, pero a la vez culto y refinado. Confundite conmigo.
. Me gustan las películas que gusta a unos pocos.
- Soy un ser muy peculiar porque «100 años de soledad» me pareció una mierda escrita intencionalmente para cine.
- Tener hijos es un bajón pero a la vez es lo mejor que me pasó.
- Al final concreté aquello sobre lo que ustedes estaban todos pendientes. Al final compré ese florero nuevo.
- Me volví tan snob que cuando escriba algo de verdad nadie va a entender nada. Y ese es el infierno que me tocó.
O sea, no es tan complejo el fenómeno de las redes sociales. Si tenemos cuidado con el fenómeno de tercerización de la personalidad, comúnmente conocido como alienación.
Y eso es todo lo que tengo que decir sobre esto. Hasta dentro de dos años...