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miércoles, junio 29, 2016

Tres discos que la curiosidad me regaló

Resulta algo inverosímil que a pesar de tener acceso a buena parte de la música que hay y hubo en el
mundo, muchos deciden quedarse con las diez o veinte bandas que han escuchado toda su vida. La falta de curiosidad es uno de los males de esta era en la que todo debe estar servido en bandeja, y esa bandeja debe estar frente a nuestras narices para que llame nuestra limitada atención. Supongo que los que vivimos la época de la internet precaria no masificada de mediados de los noventa logramos disfrutar más de este libre acceso, así como disfruta más del confort el pobre que se hace rico que aquel que siempre tuvo mucho dinero y no lo aborda ese sueño de tener mucho dinero. Los que no podían comprar enciclopedias disfrutan de Wikipedia; los que no tenían plata para comprar un disco o un libro, disfrutan ahora del libre acceso a la cultura y nutrirse. Hoy por suerte es así y el mundo está librando una gran batalla para que continúe así. La lucha por mantener la neutralidad en la red es fundamental para que esto siga siendo así. Tanto autores como consumidores culturales del mundo deberíamos estar luchando por lo mismo.

   Volviendo al tema de la curiosidad, lo que me permite afirmar su falta es que yo mismo carezco de la misma en ocasiones. Son ocasiones en las que no tengo la energía para explorar por más fácil que resulte. ¿Qué tan fácil es darle una oportunidad a un disco que te recomendó un amigo? ¿Qué cuesta ver un rato de la película que te recomendó tu prima? El hecho es que a veces no tengo ganas de descubrir, sino de escuchar o ver lo que a mi se me ocurre: un disco que ya conozco o una película de un director que conozco o un libro de un escritor que ya conozco.
   Eso que hablamos entre educadores sobre "despertar la curiosidad" es esto. Motivar a que los chicos del futuro busquen, descubran, intenten nuevas actividades, explorar y aventurarse en lo desconocido. Hoy en día tenemos posibilidades aún más cercanas que la biblioteca, los diarios, el cine. Tenemos todo en una pantallita en nuestros hogares. Una pantalla que muestra datos que un procesador recibió y realizó las operaciones necesarias para mostrarlo en un lenguaje visual entendible para el ser humano. Esos datos que analiza el procesador vienen de diferentes computadoras en diversos puntos del planeta. Esas computadoras y la nuestra forman parte de la red de alcance global (GAN) Internet.
   Los momentos de curiosidad que he tenido durante los últimos días me ha permitido descubrir música y literatura que se sumará a mi banco de influencias a la hora de crear, presentar algún arreglo musical, escribir.


Secos e Molhados - Secos e Molhados (1973)

Todo empezó con un deseo de escuchar música de Brazil. Cada tanto tengo este ataque. Esta vez se me ocurrió googlear "los mejores discos de Brazil". Allí saltó un link a los cien mejores discos de la Rolling Stone de Brazil. Entré y el disco número uno era este de los Secos e Molhados, banda que en ese momento tenía en vocales al monstruo del agudo Ney Matogrosso. Aquel que no lo conoce da por sentado que quien canta es una mujer, pero no. Es Ney, vestido de forma excéntrica pero con un mensaje detrás: cuidemos la naturaleza.

   Cuando vi Secos e Molhados me sucedieron dos cosas. Me acordé de un cantante amigo que me lo había recomendado hacía semanas y yo me lo anoté en el teléfono (si, cambié la libretita por el teléfono) en algún momento .Ese momento había llegado aunque de forma accidental. Lo otro que me sucedió, ya al escuchar el disco, fue que la canción que abre el disco ya la conocía. La conocía de una serie brasilera sobre el mundo del porno en los 70´s que nunca vi, pero me dejaban encantado los créditos iniciales que tenían esta canción como cortina. Sangue Latino es la canción que abre el disco. No se me da la de crítico de música como para adornar esta canción con adjetivos y sinónimos para no repetir en la redacción; describir con precisión el género, y a qué otra banda se parece: ese es un nivel de melomanía depositado en un género literario en el que no deseo invertir tiempo. Si el tiempo fuese infinito lo intentaría, pero después de los treinta, y más aún, después de los treinta y dos, uno empieza a tomar este tipo de decisiones referentes al manejo del tiempo. A los veinte era una esponja que pretendía absorber y asimilar todo el conocimiento posible, saber un poco de absolutamente todo. Un día, alrededor de los treinta, me di cuenta que, más que saber un poco de todo, sabía mucho de nada. Así que empecé a hacer este tipo de elecciones. Por desgracia hay que elegir. Todo no se puede amigo.


Tim Maia - Tim Maia/Volumen 4 (1973)

Las sugerencias de Youtube me llevaron luego a este disco. Lo elegí porque me llamó la atención la estética mezcla de Negro Rada con un proxeneta y Paco Casal. Este disco es para mover la patita casi todo el rato. Puro funk. Si no querés escuchar todo el disco, escuchá por lo menos los primeros tres temas. Te tiro un dato: los primeros once discos de Tim Maia se llaman Tim Maia. Para que te hagas una idea de este personaje que entre el 70 y el 93 sacó uno o más discos por año. Fue de los pocos músicos que hablaba abiertamente de sus adicciones. Un tough guy este Rada funky brasilero.



Jorge Ben - Samba Esquema Novo (1963)

Su éxito comenzó cuando un capo de la Philips escuchó «Mas, que nada», el tema que abre el disco. La samba y la bossanova son géneros sedantes. Te tranquilizan y también te ponen un poco nostálgico. Son canciones que te llenan de energía, ni positiva ni negativa: esa energía que te da ganas de ponerte a escribir o a tocar la guitarra.

   Conocí a Jorge Ben recorriendo la famosa lista de  los 1001 discos que hay que escuchar antes de morir. Allí reseñaban el disco Africa del `76. Un álbum que llevo en el celular y escucho todo el tiempo. Ese es más funky y rítmico que este. El Africa te da ganas de pararte en el ómnibus y cantar las canciones a viva voz, ir hacia adelante y hacia atrás en ese bus ante la mirada desconcertante de los pasajeros. Muchas viejas como en todo viaje, te miran y charlan entre ellas sobre lo mal que está la juventud de hoy.
   Canciones a destacar: «Más, que nada», «Chove, Chuva» y «Menina Bonita, Nao Chora»

Y después escucháte este:



Iba a recomendar un par de discos más pero no quiero arruinar la temática Brazil.

¡Síganme los buenos!
Chapulín Colorado