Buscar en este blog

jueves, febrero 24, 2011

Cuatro Fóbicos y un Menú sin Fritas



La noche del viernes 27 de Agosto se volvieron a reunir después de un par de años de olvido. De pronto la red social Facebook hizo que un vinculo intrascendente de cuatro individuos se asemejara nuevamente a la amistad, o sea, una amistad posmoderna. Cuatro fóbicos que hicieron un esfuerzo al salir de sus hogares, unos tomar un ómnibus, otros un taxi, llegar al bar en cuestión ubicado en Castagneto y Av. Morrison, juntar fuerzas para enfrentar un diálogo por tantos años perdido.

El primero en llegar fue Julián. Se sentó en una de las dos sillas que dan contra la ventana, dejó un pequeño morral negro en la silla de al lado, se levantó y volvió a salir para fumar un cigarro mientras esperaba la llegada de los demás. Ya estaba acostumbrado a ser siempre el primero, y no le molestaba en lo mas minimo. De hecho, si alguna vez alguien llegara a aparecer antes que él, no habrían buenas noticias para dar al dia siguiente. Mientras fumaba su Benson pensaba en cómo sería tener relaciones con una chica. En 25 años de vida no había podido siquiera acariciar un seno, una espalda, recorrer esa linea que va desde la parte superior hasta el inicio de la otra linea. En 1998 tuvo recibió su primer beso de una chica de nombre Fabiana. No lo recuerda porque se desmayó. Es que Julián Ferro tiene Venustrafobia y teme a las mujeres hermosas como Fabiana.






Fabiana Benassar, Febrero 2011









Martina desespera esperando el taxi. Hacía veinte minutos esperaba el 306 pero ya fué. Ahora, el taxi. Ella les teme. Cuando tenía 22 años subió borracha a un taxi al salir de una disco de la zona del Cerro Wassinger. Ya dentro, del lado del acompañante, Martina sacó una petaca de whisky que le había sobrado de la noche. El taxista era uno de los que se excitan con mujeres borrachas al borde de la inconsciencia y cuando la vió sacar la petaca su miembro ardía dentro de sus pantalones de pana ajustados. Y ya la pana de por sí le daba calor.
Horas mas tarde, cuenta Martina en la seccional de policía que el taxista le quitó la petaca, la rompió de un golpazo y con el pedazo de botella que quedó en su mano provocó el corte profundo y de un largo de catorce centimetros que todos los policías que la rodean ven en su pierna, como una gran serpiente roja arruinando tan bello paisaje.
Dos años después Martina intenta detener un taxi. Hoy es una emergencia porque quiere llegar en hora. Hace tiempo que no ve a los chicos que tanto la ayudaron a salir del trauma. De todos modos está tranquila porque sabe que no puede llegar antes que Julián.

CONTINUARÁ...