en esa de ver si me sirve porque tengo tales dias libres o porque te dan licencia por esto o por lo otro. Sólo quería un poco de plata para zafar de pedir. Nunca me gustó pedir y menos ahora con cuarenta años. A los cuarenta no podés pedirle nada a nadie porque se supone que ya hiciste todos los arreglos para no tener que pedirle nada a nadie. O sea, ya tuviste la suficiente cantidad de tiempo para hacer carrera en algún empleo, o desarrollar una idea exitosa...En definitiva tuviste cuarenta años para dejar de ser un loser si lo eras, o mantener tu reputación en el otro caso. El asunto es que nunca me gustó pedir. Ni a mis padres ni a nadie. Por eso apenas cumplidos los dieciocho empecé a buscar laburo. Recién empezaban los 90´s y yo era de los pocos giles que escuchaba bandas como Buenos Muchachos o Chicos Eléctricos. Los toques eran la decadencia absoluta. Poca gente, todos hombres y con terrible pedo, algo parecido a la media hora de una obra en construcción. Alguna jipiya aparecía pero solo alguna...Cuando tocaban los Buenos había otra mina en la batería. Yo era uno de los hombres con terrible pedo esperando que tocara alguna de estas bandas. Por lo general ibamos a Perdidos pero había algún otro lugar emblemático en la proto-escena rock como Laskina donde asistía a recitales de La Vela Puerca cuando sólo tenían algún tema de su primer disco y el resto eran convers de La Polla Records y Extremoduro. En ese momento para un pendejo como yo era lo más parecido a una experiencia adulta que podía tener. Tambíen tocaba la Abuela Coca y me re copaba porque me fumaba una buena vela, como todo adolescente que no conoce determinados límites, y piraba en colores con La Abuela. Parecía sonar genial. Seguramente no sonaban tan genial porque estaban re-detonados pero no importaba. En lugares como Laskina me inicié en el arte del pogo. En realidad, nunca me gustó demasiado hacer pogo. Como que siempre me gustó mas la idea de quedarme a un lado y escuchar la banda sin tener que estar saltando y chocándome con la gente al mismo tiempo. Yo me metía adelante en la zona de pogo pero por motivos ajenos al hecho de saltar compulsivamente. Por un lado, me gustaba estar cerca de la banda y escuchar todo, cada arreglo, cada sonido de saxo, mi instrumento actual, y por otro lado me encantaba ponerme detrás de una jipiya o lo que fuere, aunque por lo general eran jipiyas, y tocarle el culo a más no poder mientras saltábamos al mismo tiempo. Hasta hoy recuerdo esa parsimonia con la que se dejaban manosear y yo por supuesto re-contento y excitado. A veces aparecía alguna que se daba vuelta enseguida. En esos casos me iba para otro sector y listo. Pero por lo general tocaba toda la noche. A veces no participaba del pogo, simplemente me quedaba parado ligeramente inclinado hacia atrás mientras sentía como ese culo chocaba contra mi pelvis una y otra vez. Era hermoso! Lo peor es que en esos momentos pensaba "debo aprovechar, quizás nunca vaya a tocar un culo como éste" y es probable que esa haya sido mi primer premonición...
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domingo, marzo 04, 2012
(Re Menor)
en esa de ver si me sirve porque tengo tales dias libres o porque te dan licencia por esto o por lo otro. Sólo quería un poco de plata para zafar de pedir. Nunca me gustó pedir y menos ahora con cuarenta años. A los cuarenta no podés pedirle nada a nadie porque se supone que ya hiciste todos los arreglos para no tener que pedirle nada a nadie. O sea, ya tuviste la suficiente cantidad de tiempo para hacer carrera en algún empleo, o desarrollar una idea exitosa...En definitiva tuviste cuarenta años para dejar de ser un loser si lo eras, o mantener tu reputación en el otro caso. El asunto es que nunca me gustó pedir. Ni a mis padres ni a nadie. Por eso apenas cumplidos los dieciocho empecé a buscar laburo. Recién empezaban los 90´s y yo era de los pocos giles que escuchaba bandas como Buenos Muchachos o Chicos Eléctricos. Los toques eran la decadencia absoluta. Poca gente, todos hombres y con terrible pedo, algo parecido a la media hora de una obra en construcción. Alguna jipiya aparecía pero solo alguna...Cuando tocaban los Buenos había otra mina en la batería. Yo era uno de los hombres con terrible pedo esperando que tocara alguna de estas bandas. Por lo general ibamos a Perdidos pero había algún otro lugar emblemático en la proto-escena rock como Laskina donde asistía a recitales de La Vela Puerca cuando sólo tenían algún tema de su primer disco y el resto eran convers de La Polla Records y Extremoduro. En ese momento para un pendejo como yo era lo más parecido a una experiencia adulta que podía tener. Tambíen tocaba la Abuela Coca y me re copaba porque me fumaba una buena vela, como todo adolescente que no conoce determinados límites, y piraba en colores con La Abuela. Parecía sonar genial. Seguramente no sonaban tan genial porque estaban re-detonados pero no importaba. En lugares como Laskina me inicié en el arte del pogo. En realidad, nunca me gustó demasiado hacer pogo. Como que siempre me gustó mas la idea de quedarme a un lado y escuchar la banda sin tener que estar saltando y chocándome con la gente al mismo tiempo. Yo me metía adelante en la zona de pogo pero por motivos ajenos al hecho de saltar compulsivamente. Por un lado, me gustaba estar cerca de la banda y escuchar todo, cada arreglo, cada sonido de saxo, mi instrumento actual, y por otro lado me encantaba ponerme detrás de una jipiya o lo que fuere, aunque por lo general eran jipiyas, y tocarle el culo a más no poder mientras saltábamos al mismo tiempo. Hasta hoy recuerdo esa parsimonia con la que se dejaban manosear y yo por supuesto re-contento y excitado. A veces aparecía alguna que se daba vuelta enseguida. En esos casos me iba para otro sector y listo. Pero por lo general tocaba toda la noche. A veces no participaba del pogo, simplemente me quedaba parado ligeramente inclinado hacia atrás mientras sentía como ese culo chocaba contra mi pelvis una y otra vez. Era hermoso! Lo peor es que en esos momentos pensaba "debo aprovechar, quizás nunca vaya a tocar un culo como éste" y es probable que esa haya sido mi primer premonición...
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